Zópiro
(siglo VI a.C.). Pertenecía a una de las familias más insignes de Persia. En vista del largo y costoso asedio de Babilonia, se cortó la nariz y las orejas y fue a contar a los sitiados que aquellas mutilaciones eran obra del cruel Darío I. Ganada la confianza de los babilonios, abrió dos de las puertas de la ciudad a los persas, facilitando así la entrada de estos. En recompensa, el Gran Rey nombró a Zópiro sátrapa vitalicio de Babilonia (519).