Abejas

Arquetipo del trabajo y de la obediencia, de la elocuencia persuasiva y de la adulación, cuya voz dulce como la miel esconde un mortífero veneno. Píndaro, abandonado en la espesura de un bosque fue alimentado con miel por las abejas silvestres. Cuando Platón se hallaba aún en la cuna descendieron las abejas del monte Himeto para depositar la miel en su boca, lo que hizo presagiar la dulzura de su estilo. Jenofonte fue apellidado, la abeja ateniense. Entre los antiguos la abeja era la imagen de las colonias, Éfeso la tiene esculpida en el anverso de sus monedas. Consagradas a la Luna en Grecia y a Ibis en Egipto, servían las abejas de feliz agüero en Beocia y Ática. Plutarco, en la Vida de Bruto dice que entre los romanos la aparición de las abejas al principio de una empresa anunciaba alguna fatalidad. Apiano cuenta que en la víspera de la batalla de Farsalia un enjambre de abejas apareció sobre los altares. Una tradición de los habitantes de Delfos atribuía a las abejas la construcción del segundo templo que se levantó en aquella ciudad, y añadía que lo fabricaron de cera y plumas de diferentes aves. Apolo envió este templo a los hiperbóreos, los cuales no teniendo domicilio fijo lo hallaron muy cómodo por la razón de ser portátil. Son consideradas las nodrizas de Júpiter. Habiéndose encontrado en la cueva de Dictea, donde Júpiter fue criado, varias colmenas de abejas, inmediatamente se les atributó el honor de ser contadas en el número de las nodrizas de aquel dios. Añádese que como entrasen cierto día cuatro hombres en la misma cueva para robar las colmenas, Jupiter indignado hizo retumbar sus truenos y lanzó rayos contra los sacrílegos que osaron violar la santidad de aquel sitio. Ver, Aristeo. Se dio también el nombre de abejas a las sacerdotisas de Ceres, y a las de otras divinidades porque se exigía de todas la actividad, la vigilancia y la pureza de las abejas.
 
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