Jaemuese
"el que aparece resplandeciente en Tebas" (ca.1.297-1.234 a.C.). Cuarto hijo de Ramsés II, y segundo nacido de Isisnofret. Duodécimo príncipe heredero. Designado príncipe heredero, según se sabe por diversa documentación (inscripción del templo de Bet el-Uadi; estela naófora del Serapeum; estatua del Museo de Viena), no llegó a gobernar, dado el largo reinado y la avanzada edad que alcanzó su padre. Siendo de muy corta edad, de unos cuatro años, Jaemuese fue enviado en una expedición militar a la Baja Nubia; sin embargo, ya adulto, sus actitudes no cuadraban con la milicia, pues sus intereses los indinó hacia el pensamiento, el estudio y la religión. Ello le impulsó a ingresar en el templo de Ptah, en Menfis, en donde se ganó la confianza de Huy, Gran sacerdote de aquel dios y del que llegaría a ser nombrado Sumo sacerdote. Jaemuese participó muy activamente en varios entierros de toros sagrados Apis, en el recinto funerario del Serapeum, recinto al que dotó de nuevas galerías. Atraído por las antigüedades y con el visto bueno de su padre, Rameses II, hizo restaurar los textos funerarios del interior de las pirámides de la V y VI dinastías, así como los desperfectos existentes en las pirámides de los reyes Djeser (Dinastía III), Shepseskaf (Dinastía IV), Userkaf, Sahure y Niuserre (Dinastía V), entre otras labores de verdadero arqueólogo. Asimismo, organizó desde el año 30 al 42 del reinado de su padre los cinco primeros jubileos reales de tal rey, según se sabe por las capillas rupestres de Assuán y de Silsileh, en las que Jaemuese aparece representado junto a Rameses II. Aunque este príncipe heredero, que fue nombrado Visir del Norte, se hizo construir una tumba en una de las galerías del Serapeum. Auguste Mariette, descubrió en 1853, en esos locales vestigios que con seguridad pertenecieron al equipamiento funerario del príncipe: su máscara de oro y elementos del tesoro, entre ellos una fastuosa joya de oro tabicado, con el nombre del faraón, que son muy probablemente donativos de su padre. Sin embargo, se sabe que fue definitivamente enterrado en una tumba de Karf el Batrán, situada no lejos de la Gran Pirámide de Gizeh. Entre los hijos de Jaemuese deben citarse a un tal Rameses, asimismo príncipe, y a Hori que pasó al clero de Ptah. La popularidad de Jaemuese motivó el nacimiento de una leyenda, que alcanzó incluso la época romana, según se sabe por dos papiros que contienen las Aventuras maravillosas de Satne-Khamuas, Gran sacerdote de Ptah en Menfis. Fue un bibliófilo y reunió catálogos de las bibliotecas reales y de los templos. Su muerte, acaecida en el año 55 del reinado de su padre, privó a Egipto de alguien que podría haber sido un rey excelente. Disfrutó de una gran reputación como mago y como alguien que conocía los secretos de los orígenes de la realeza. En vida fue considerado un sabio, concediéndosele honores divinos cuando murió; su culto pervivió hasta tiempos helenísticos. Los derechos del trono de Egipto pasaron a su hermano más joven, llamado Merenptah. Ver, Didia.