Macabeos

Familia de rebeldes, sumos sacerdotes y reyes que, desde su capital en Jerusalén, dominó Palestina durante cinco generaciones, que abarcaron un total de cien años (164-63 a.C.). Aprovechando la desintegración del imperio seléucida en Siria, crearon un estado independiente que finalmente perderían a manos de los romanos en la persona de Pompeyo. Durante el período dominado por los sucesores de Alejandro Magno, Palestina era un territorio que se disputaban las dinastías fundadas por dos de sus generales: los Seléucidas de Damasco y los Ptolomeos de Alejandría. Serían los primeros los que se impondrían (198 a.C.). Durante el reinado de Antíoco III (un monarca que visitó Jerusalén) y de sus hijos Seleuco V (187-176 a.C.) y Antíoco IV (176-164 a.C.), Palestina estuvo gobernada por los sacerdotes, cuyas disputas intestinas (en ocasiones sangrientas) proporcionaron a los monarcas seléucidas amplio margen para todo tipo de intervenciones y manipulaciones. En el 167 a.C., el grado de corrupción alcanzado por estas camarillas sacerdotales, unido a las humillaciones por las que hicieron pasar a Israel y al comportamiento cada vez más desquiciado de Antíoco IV (un monarca que se creía Zeus y que, además de profanar el Templo al colocar una estatua de Zeus con su efigie, lo había saqueado para proveerse de numerario), fueron el detonante para una revuelta cuyo líder fue Matatías, el fundador de la dinastía macabea. Aunque no pertenecía al linaje regio de David, Matatías fue el inspirador de un movimiento de regeneración que, finalmente, proporcionaría un trono a su nieto. De los hijos de Matatías, el más famoso fue Judas, apodado Macabeo, esto es, "martillo", que se apoderó de Jerusalén en el año 164 a.C., ciudad desde la que reinó hasta su muerte en combate cuatro años más tarde. Le sucedieron sus dos hermanos, Jonatán, que continuaría la guerra contra Siria hasta perecer en ella en el 142 a.C., y Simón, que alcanzó el poder tras la muerte de aquél y que permanecería en él hasta el año 134 a.C. Ambos ejercieron el cargo de sumo sacerdote, que, en lo sucesivo, se transmitiría de forma hereditaria dentro de su propia familia, despojando así al linaje de Sadoq, que lo había monopolizado desde tiempos de Salomón. El hijo de Simón, Juan Hircano (134-104 a.C.), combatió al inveterado enemigo edomita y a los sirios, y se hizo coronar rey. Sin embargo, sería a partir de su reinado cuando el poder de los Macabeos, y su propio carácter, comenzó a declinar. Su hijo mayor, Aristóbulo, continuó la tradicional política macabea, en la que se aunaban la expansión territorial y la conversión forzosa al judaísmo, pero murió al cabo de un año. Le sucedió su hermano, Alejandro Janneo (103-76 a.C.), en cuyos tiempos a las guerras exteriores se añadieron el conflicto civil y las disputas sectarias. Una de estas sectas, los fariseos, buscó el apoyo de Siria, un recurso habitual de la política de Israel y Judá desde hacía mil años. Alejandro y los saduceos, la secta rival de los anteriores, consiguieron sobrevivir a los reveses que sufrieron a manos de aquella coalición e incluso llegaron a contraatacar con éxito contra Sirta al norte y contra Edom (Idumea) al sur. Alejandro fue también quien construyó junto al Mar Muerto la fortaleza de Masada, que, tras ser reforzada por Herodes el Grande, terminaría por convertirse en el último baluarte de la revuelta judía contra los romanos (66-70 d.C.). La fortaleza no se rendiría hasta el año 74, cuando todos los que se hallaban cercados en ella, a excepción de cinco mujeres v dos niños, cometieron un suicidio colectivo. Las excavaciones llevadas a cabo en Masada entre los años 1.963-1.965 sacaron a la luz una serie de versiones antiguas de los libros bíblicos que complementan los hallazgos, igualmente apasionantes, que se realizaron en Qumrán entre 1.947 y 1.956. A la muerte de Alejandro, subió al trono su viuda, Alejandra, mientras que su débil hijo, Hircano, asumía el cargo de sumo sacerdote. En el 67 a.C., sin embargo, uno de sus hijos menores, Aristóbulo II, arrebató el puesto de sumo sacerdote a Hircano y sucedió a su madre en el trono. Sería el último monarca macabeo. Cuatro años después, Pompeyo ponía fin al reino de los Macabeos y restauraba al acomodaticio Hircano, convertido ahora en un sumo sacerdote manejado por Roma. Palestina iniciaba así una prolongada etapa como parte del Imperio romano, durante la cual estaría gobernada, bien por príncipes satélites (caso de los Herodes), bien por gobernadores romanos. Tras la conquista de Jerusalén por Pompeyo en el año 63 a.C., el poder fue pasando gradualmente a la casa real de Idumea, de la que era originario Herodes el Grande; su mujer, Mariamna, era de la casa de los Macabeos.
 
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