Visigodos

Son los godos de Occidente. Dícese de los individuos pertenecientes a la parte del pueblo godo que se estableció al oeste del río Dniéper y que fundó posteriormente un reino en España. A finales del siglo III los visigodos, presionados por los hunos, emigraron hacia las tierras del Danubio, siendo admitida su presencia por el emperador Valente en el año 376. El mal funcionamiento del sistema de ayudas para subsistir provocó su levantamiento contra los romanos, a quienes vencieron en la batalla de Adrianópolis del año 378. El emperador Teodosio consiguió mantenerlos y les reconoció derechos de asentamiento en Mesia y Tracia. Con Alarico, el primero de los reyes visigodos, emprendieron campañas de conquista y saqueo de nuevas tierras por los Balcanes y el Peloponeso; desde allí, a comienzos del siglo V, pasaron a Italia y se dirigieron contra Roma y Rávena. En un segundo intento, Roma fue saqueada e incendiada en el año 410, y el nuevo rey Ataulfo (410-415) consiguió permiso del emperador Honorio para establecerse como federados de Roma en el sur de la Galia (en la Aquitania), para defender las tierras meridionales del Imperio de los otros pueblos bárbaros que la estaban amenazando desde el año 409. El trato se confirmó con el matrimonio de Ataulfo con Gala Placidia, hermanastra de Honorio. En el año 415 los visigodos, al mando de su rey Ataulfo, tras conquistar gran parte de las Galias y hostigados por el general romano Constancio, se vieron obligados a entrar en la península Ibérica para luchar contra suevos y vándalos. La lucha se estableció en distintos frentes y afectó a todo el territorio peninsular: los vándalos decidieron su salto al norte de África y los suevos quedaron definitivamente acantonados en Gallaecia, que más tarde se convertirtió en reino. Los visigodos se instalaron temporalmente en tierras de la actual Cataluña. Ataulfo trasladó su Corte desde la ciudad gala de Tolosa a Barcino, la futura Barcelona, a donde llevó a su esposa y hermana del emperador Honorio, Gala Placidia. Ataulfo murió asesinado en esta ciudad por Dubio, miembro de su séquito, siendo sucedido por Sigerico, que reinó sólo unos días. En el año 416, el nuevo rey visigodo Walia firmó con el general romano Constancio un foedus, o pacto de federación al Imperio, que incluía, entre las provincias cedidas, las que formaban la península Ibérica. Por este pacto, el pueblo visigodo se comprometió a la defensa del territorio del Imperio en contra de otros bárbaros, iniciando la expulsión de éstos del oeste y del sur de Hispania: los vándalos fueron acosados en la Bética (pasando a África en 429) y los alanos dispersados por la Cartaginense y la Lusitania. Dos años más tarde, en el 418, el rey visigodo volvió a firmar otro pacto con los romanos por el que consiguió el permiso definitivo para el asentamiento de su pueblo en régimen de hospitalitas en la Aquitania II, la Novempopulania y parte de la Narbonense I, donde formaron un reino con capital en Tolosa. Se calcula que fueron alrededor de 100.000 visigodos los que se asentaron en las Galias, aunque su número aumentó durante todo el siglo por la incorporación de otros grupos germánicos, siendo el más importante el de los ostrogodos. ۩ El reino visigodo de Tolosa (419-507) Los visigodos recibieron en la Aquitania (capital en Toulouse) no sólo tierras (en proporción de un tercio con respecto a los propietarios de origen romano) para el libre cultivo, sino lo que era más importante, su gobierno como representantes de Roma a cambio de ofrecer protección a los galorromanos de las incursiones de los suevos, vándalos, alanos y otras tribus, que acosaban las tierras de Hispania y de la Galia. Los primeros reyes tolosanos, Teodorico y Eurico, aprovechando el debilitamiento del Imperio romano, dominaron en el sur de la Galia hasta el Loira y los Alpes, extendiendo su poder hasta el río Ebro en España. Fueron los tiempos esplendorosos del reino visigodo de Tolosa que, al desaparecer el Imperio de Occidente en el año 476, vio rotos definitivamente los lazos legales que le unían a Roma. En el año 421, Teodorico I, durante la campaña emprendida para la expulsión de los vándalos de la Bética, aniquiló los pocos restos aún existentes de alanos, que estaban dispersos por la Cartaginense, quedando todo el centro y levante peninsular en manos visigodas. También tuvo que combatir a los bagaudas, grupos de campesinos y antiguos habitantes de las ciudades que se sublevaron repetidas veces contra el poder romano o el de sus federados germánicos. Las revueltas bagaudas fueron especialmente violentas en Hispania a partir del año 441; la suerte de los grandes propietarios de la Tarraconense del valle alto y medio del río Ebro llegó a ser tan apurada, que el emperador Valentiniano III envió contra ellos a Teodorico II, rey visigodo, y a varios generales con sus legiones. Estas revueltas populares fueron definitivamente reprimidas, y en los territorios afectados se estableció la paz. En el año 454 los visigodos consiguieron pacificar la provincia Tarraconense. Teodorico II, tras participar en la represión de la revuelta social de los bagaudas en la Tarraconense, acudió a combatir a los suevos que, acantonados en la Gallaecia, hicieron frente a su penetración intensiva en tierras peninsulares. El gran encuentro se produjo el 5 de octubre del 456 cerca del río Órbigo, donde Teodorico II venció al rey suevo Requiario y acabó con el dominio de éstos en gran parte de Hispania. Tras esta batalla se establecieron guarniciones para hacer frente a las incursiones de vascones y cántabros. El año 466, en la ciudad de Tolosa, el rey visigodo Teodorico II fue asesinado por su hermano Eurico, quien fue proclamado rey de los visigodos. Alcanzó durante su reinado el momento de máximo poder y expansión, gracias al dominio de las Galias y gran parte de la península Ibérica: Lusitania, Cartaginense y Tarraconense. Continuaron las campañas contra los suevos, y en el año 468 las huestes visigodas tomaron la ciudad de Emerita, metrópoli de la Lusitania, que se convirtió en uno de los puntos claves para el asentamiento de la aristocracia germánica. Poco después hicieron otro tanto con la ciudad de Pamplona, tomada en el año 470 por el conde Gauterico, lugarteniente de Eurico en Hispania, e incorporada al reino visigodo de Tolosa. Cuatro años después tomaron Caesar Augusta, y en el año 475, durante una campaña relámpago y bastante destructiva por la región marítima de la Tarraconense, el conde visigodo Hedefredo, junto con el general romano Vicente, tomaron Tarraco y otras poblaciones costeras en nombre del rey Eurico. Este rey no sólo fue un gran conquistador, sino también legislador. Durante su reinado se realizó la más antigua compilación de las leyes germanas mediante el llamado Codex Euricianus o Código de Eurico, que contiene todas las costumbres que se mantenían como ley entre los godos. En este código se recogía el principio de personalidad, que aplicaba la ley por pertenencia a un grupo según regía en el derecho germánico, frente al principio de territorialidad, que comprendía a todos los habitantes de un territorio, sin distinción de grupos, conforme al derecho romano. Esta recopilación era bastante extensa, con unos cuatrocientos capítulos que consignaban todas las ramas del derecho: civil, penal, procesal, etc. Bajo su sucesor, Alarico II, se produjeron los primeros asentamientos visigodos en la Meseta Central, motivada por la continua presión expansionista de los francos; a partir del año 494 comenzó un desplazamiento continuado de colonos godos hacia Hispania, que se asentaron en la zona que correspondería a la futura Castilla, en la submeseta norte, convirtiéndose en la zona de mayor densidad de población goda. Otros grupos pertenecientes al ejército mandado por la Corte tolosana, para apaciguar la revuelta de los hispanorromanos del valle medio del Ebro, se asentaban en las mismas tierras pacificadas, sobre lo que sería el futuro Aragón, en forma de guarniciones, para procurarles sustento y a la vez asegurar el dominio godo en la Tarraconense. El 22 de febrero del año 506, Alarico II, recogiendo la tradición del Código de Eurico, promulgó la Lex Romana Visigothorum o Breviario de Alarico II, que resumía toda la legislación aplicable a sus súbditos hispanorromanos y galorromanos, no afectados por el Código de Eurico, que sólo se aplicaba a los godos del reino. El nuevo código contenía leyes del Código de Teodosio II y diversas novellae de otros emperadores romanos. Los Iura, comentarios a las leyes, recogían la labor de juristas como Gregorio y Hermógenes, Gayo, Paulo y Papiano, acompañados de otras interpretaciones. En el año 507, tras una larga temporada de incidentes diplomáticos entre Alarico II y el rey franco Clodoveo I, este último cruzó el río Loira y derrotó a los visigodos en la batalla de Vouillé, cerca de Poitiers, en la que murió el rey visigodo, poniéndose, así, fin al reino visigodo de Tolosa. Ver, Godos, Tervingos, Lex Romana Visigothorum, Código de Eurico.
 
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