Pactias
Lidio y súbdito de los persas. Habiéndose refugiado en Cumas, los persas exigieron que les fuese entregado. Los habitantes de la ciudad consultaron el oráculo de Bránquidas, quien se declaró contra el fugitivo. Aristódico que era uno de los de más influjo entre los cumeos, disgustado de la respuesta del oráculo, obtuvo que se consultase por segunda vez, pero el dios insistió en lo mismo. Entonces Aristódico se paseó alrededor del templo, entreteniéndose en ahuyentar los pájaros que hacían sus nidos en aquellas paredes, cuando de repente salió una voz del santuario diciendo: "¡Detestable mortal! ¿Cómo te atreves a alejar de aquí los que están bajo mi protección?". Y por qué, ¡oh gran dios! replicó Aristódico, nos mandas que entreguemos a Pactias que está bajo la nuestra". El argumento era concluyente; sin embargo parece que disgustó a la deidad, la cual contestó: "Sí. Yo os lo mandó, a fin de que vosotros, que sois unos impíos, perezcáis tan pronto como irritéis a los dioses violando las leyes de la hospitalidad, y no os atreváis en lo sucesivo a importunar los oráculos por vuestros negocios". Entonces los cumeos, no queriendo hacerse criminales entregando a Pactias, ni comprometerse con los persas, temerosos que estos atacarían la ciudad, aconsejaron al fugitivo que buscase un asilo en la isla de Lesbos.