Jacinto
o Hiacinto. Generalmente se considera a Hiacinto como el hijo de Amiclas y de Diomede y, por su padre, el nieto de Lacedemón y de Esparta. En esta genealogía es tío de Ébalo (o de Perieres, según los autores) (Ver, Perieres, Ébalo). Pero los poetas lo presentan a veces como hijo de Ébalo. Una tradición aislada, referida per Atenodoro, hace de Hiacinto el hijo de la musa Clio y de Piéro, hijo éste de Magnes. Por amor hacia él, Támiris, hijo de Filemón y de una ninfa llamada Argíope, habría inventado la pederastía. Hiacinto era de gran belleza, y Apolo se enamoró de él. Un día en que los dos se entretenían lanzando el disco, el viento desvió el proyectil, o bien éste chocó contra una roca y rebotó con tan mala fortuna, que dio a Hiacinto en la cabeza y lo mató en el acto. Apolo quedó consternado y, para inmortalizar el nombre de su amigo, transformó la sangre que había brotado de su herida en una flor nueva, el jacinto (quizás el lirio martagon), cuyos pétalos llevaban unas señales que recordaban ora el lamento del dios, ora la inicial del nombre del doncel. Según algunos autores, el verdadero responsable de la tragedia sería Céfiro, rival desafortunado de Apolo en sus amores con Hiacinto, que habría desviado intencionadamente el disco para vengarse de ambos. Este acto se atribuye a veces a Bóreas, también enamorado, según se dice, del hermoso Hiacinto. El lacedemonio Hiacinto, padre de las Hiacíntides, del que habla Apolodoro, no debe identificarse con el héroe amado por Apolo. Con excepción de esto, es desconocido.