Baal-Tsefón
"dios centinela". Los nigrománticos de Egipto habían colocado este ídolo en el desierto, como una barrera que debía detener a los hebreos y oponerse a su fuga. El Targum cuenta que todas las estatuas de los dioses egipcios fueron destruidas por el ángel exterminador, menos la de Baal Tsefón, única que se resistió; lo que dio a los egipcios una alta idea de su poder, y aumentó el respeto que le tenían. El sacrificio que el faraón dispuso hacer a este dios, dio tiempo a los israelitas para pasar el mar Rojo y liberarse de su persecución.