Abimelech

Rey filisteo de Gerar en tiempos de Abraham. A su llegada a las tierras de Abimelek, Abraham hizo creer que su esposa Sara era en realidad su hermana. Desconociendo cuál era la verdadera situación, Abimelech se apoderó de ella, pero en un sueño Dios le avisó que se trataba de una mujer casada. Dios admitió que Abimelech no había cometido ningún mal y Abimelech reprendió a Abraham por un engaño que le había puesto en peligro de cometer un pecado mortal. Abraham se disculpó, explicando que tenía miedo de que el reino de Abimelech no fuera un país temeroso de Dios y de que, por lo tanto, Abimelech le matara para apoderarse de su esposa. Por otro lado, señaló que, en cierto modo, Sara también era su hermana, puesto que ambos eran hijos del mismo padre, aunque no de la misma madre. Abimélek le devolvió a Sara, junto con gran cantidad de ovejas, bueyes y sirvientes, además de invitarle a que eligiera el lugar que más le agradara para vivir dentro de sus tierras. A cambio, Abraham rogó a Dios para que curara a Abimelech de la esterilidad que había hecho caer sobre él en castigo por lo ocurrido con Sara. Más adelante, cuando algunos servidores de Abimelech se apropiaron de un pozo que había excavado Abraham, éste juró a Abimelech que él era el verdadero dueño del mismo, y los dos llegaron a un acuerdo amistoso; el lugar donde se encontraba el pozo recibió el nombre de Berseba. La historia entre Abraham y Abimelech se duplica en la Biblia con un relato casi idéntico protagonizado por Isaac y el propio Abimelech. Aunque Gerar figura en la Biblia como una ciudad filistea, es bastante improbable que los filisteos se instalaran en aquellas tierras hasta mucho tiempo después de la presencia de Abraham en ellas.
 
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