Caballo
Tal vez la primera gran novedad en cuanto a la domesticación de animales y a su utilización fue la del caballo, hecho que ocurrió posiblemente a fines del III milenio. A juzgar por su nombre "asno de montaña", procedía de las montañas del nordeste de Mesopotamia y su uso no se generalizó realmente hasta el I milenio. Se utilizó poco como animal de tiro para cargas pesadas, pues la técnica de atalaje le comprimía la carótida y le obligaba a levantar la cabeza de tal forma que no podía echar el peso de su cuerpo en el esfuerzo que iba a realizar. Se utilizaba mucho más para la guerra, como caballo de silla o para arrastrar los carros, función que tuvo gran difusión en el II milenio. Tenía un gran papel en las paradas y era muy buscado por los reyes como animal de lujo; se le atribuía una nobleza que no se reconocía a los otros animales, a excepción del asno. A principios del II milenio existió tal vez, una especie de concurrencia en la utilización de ambos animales en las ceremonias, y los soberanos amoritas de la I Dinastía de Babilonia se inclinaron fácilmente a tomar el caballo, más fogoso, en tanto que los tradicionalistas conferían mayor importancia al asno. En todo caso, un caballo costaba caro al principio del II milenio; algunos podían alcanzar la suma de 5 kg de plata, si se cree al soberano de Qatna, es decir, el equivalente a 50 esclavos. Su domesticación era objeto de precisos cuidados y algunos centros eran reputados por su producción; la región de Qatna, en Siria, era célebre por sus pastos y había hombres especializados en el cuidado de los caballos y en su doma. La región de Capadocia, en el centro de la actual Turquia era también célebre por sus caballos. Muy pronto también, se comprendió el interés del cruce del caballo con una asna o de un asno y de una yegua para obtener mulos y mulas, siendo los primeros particularmente interesantes para el transporte. Se sabía cuáles eran las regiones de donde provenían los asnos o asnas que daban mejores resultados para estos cruces: las asnas del país de los gutti, en los Zagros, y los asnos del país de Andariq, en el curso medio del Tigris, se buscaban particularmente. Entre los romanos era un animal asociado a la guerra y consagrado a Marte como dios de los combates. La vista de un caballo era un presagio de guerra. Apenas hubo puesto Eneas los pies en Italia. cuando por primer presagio vio cuatro caballos blancos que pacían en una pradera, lo que dio lugar a que Anquises exclamara:"¡Oh tierra extraña, tú nos prometes la guerra!". Los persas, los atenienses y los masagetas inmolaban caballos al Sol. Los suevos, antiguos pueblos de Germania, diceTácito, alimentan en los bosques sagrados, caballos de los cuales se sirven para presagiar: nadie puede tocarlos sino el sacerdote y el jefe de la nación. Estos los uncen a una carroza sagrada, los acompañan y observan sus relinchos y sus estremecimientos. No hay presagio a quien el pueblo y aun los sacerdotes y los principales de la nación den más fe. Los escitas adoraban al dios Marte, y los macedonios al sol bajo la figura de un caballo. Los caballos sueltos designaban la paz y la libertad, o simplemente un país abundante en pastos. El caballo ha sido tenido así mismo como símbolo del imperio y la autoridad. Se ofrecía algunas veces al mar un caballo en sacrificio; Mitrídades, para tenerle propicio, hizo precipitar en él algunos carros con cuatro caballos. Con iguales sacrificios se procuraba granjear el favor de las divinidades de los ríos. Jerjes inmoló caballos al Estrimón antes de atravesarlo para entrar en Grecia. Tirídates ofreció uno al Éufrates. Algunas veces se contentaban con dejar en libertad o abandonados en las praderas vecinas los caballos que querían ofrecerse. Así Julio César, antes de pasar el Rubicón, ofreció a este río un gran número de caballos, que abandonó en los pastos de las cercanías. En Egipto, no se sabe a ciencia cierta si el caballo, que era originario de Asia, fue introducido por los hicsos cuando invadieron el Delta (segunda mitad del siglo XVIII a.C.). Este animal sólo empezó a tener importancia en Egipto con el Imperio Nuevo, pero los egipcios no solían montarlo (apenas si se tienen representaciones de jinetes). Lo empleaban como animal de tiro para carros ligeros, que constituyeron una poderosa fuerza militar. Ver, Kelpie.