Zeus
Zeus es el más grande de los dioses del Panteón helénico. Es esencialmente el dios de la luz, del cielo sereno, del rayo, del relámpago, del trueno, de las tempestades y de la lluvia, pero no se identifica con el Cielo (simbolizado en el dios Urano), de igual modo que Apolo no se identifica con el Sol, ni Posidón con el Mar. Con el paso del tiempo, se convirtió en el numen supremo, padre y soberano temido por todos los dioses y regulador del mundo físico y de la actividad humana. En el pensamiento helénico, los dioses han perdido el valor cósmico que pudieron tener en otro momento de su evolución, y Zeus sólo interesa aquí como héroe de leyendas. A partir de los poemas homéricos se crea la personalidad de Zeus, soberano de hombres y dioses, que reina en las alturas luminosas del cielo. Corrientemente permanece en la cumbre del monte Olimpo, la montaña más alta al norte de Tesalia. También se le ubica en la cima del Monte Liceo de Arcadia, en el Monte Ida (cerca de Troya), o en el país de los etíopes, pueblo piadoso entre todos los pueblos, cuyos sacrificios le agradan particularmente. Poco a poco, la mansión de Zeus se fue desligando de toda montaña concreta, y con la expresión Olimpo se acabó por entender sólo la región etérea donde moraban los dioses. De sus atribuciones cabe destacar la de purificar a los homicidas, velar por el respeto de los juramentos y los deberes para con los huéspedes, y garantizar el poder real y, en general, la jerarquía social. A pesar de su inmenso poder, él también está sometido a los Hados. Su nombre muestra que es de origen indoeuropeo, pues se encuentra también el Dyaus pita, dios indio del cielo; en el Júpiter romano y en el Tues-day germánico. Zeus preside no sólo las manifestaciones celestes, provoca la lluvia, lanza el rayo y el relámpago (poder simbolizado por su égida) sino que, sobre todo, mantiene el orden y la justicia en el mundo. Era el patrono de las familias, de las asociaciones gentilicias, de las asambleas, de los mercados, de las ciudades, de los estados, de la unidad nacional de los pueblos griegos, y era el inspirador y consejero de los gobernantes y reyes. Era, asimismo, defensor de la libertad y de la integridad del pueblo (Eleuterios o Sóter), custodio de la lealtad a los pactos, a los juramentos (Horkios), del respeto a la hospitalidad (Xenios) y de la observancia inflexible de la justicia. Encargado de purificar a los homicidas de la mancha de la sangre, vela por el mantenimiento de los juramentos y por el respeto de los deberes para con los huéspedes. Es garante del poder real y, en general, de la jerarquía social. Estas prerrogativas las ejerce no sólo en lo que atañe a los hombres, sino también en el seno de la sociedad de los dioses. El mismo se halla sometido a los Hados, de los que es intérprete y a los cuales defiende contra las fantasías de los demás dioses. Por ejemplo, "pesa" los destinos de Aquiles y Héctor y, cuando el platillo que contiene el de éste desciende hacia el Hades, prohibe a Apolo que intervenga, y abandona al héroe a su enemigo. Dios providencial, consciente de su responsabilidad, es el único que no se deja dominar por sus caprichos, por lo menos cuando no se trata de caprichos amorosos e, incluso en este caso, sus aparentes fantasías no siempre están exentas de cierta política. Es el dispensador de bienes y males. Homero cuenta en la Ilíada que en la puerta de su palacio hay dos jarras, una de las cuales contiene los bienes, y la otra, los males. En general, Zeus saca alternativamente el contenido de una y el de la otra para cada uno de los mortales; pero a veces extrae exclusivamente el de una de las dos, y entonces el destino resultante es, unas veces, completamente bueno, y otras veces, las más, completamente malo. Esta concepción de Zeus como potencia universal se ha desarrollado con los poemas homéricos, y ha dado por resultado, en los filósofos helenísticos, la concepción de una Providencia única. En los estoicos, principalmente Crisipo, que había consagrado un poema a Zeus, Zeus es el símbolo del Dios único que encarna el Cosmos. Las leyes del mundo no son sino el pensamiento de Zeus. Nos hallamos aquí en el borde extremo de la evolución del dios, y se sale de los límites de la mitología para pertenecer a la Teología y la historia de la Filosofía.
)o()o( Nacimiento de Zeus )o(
Como todos los Olímpicos, Zeus pertenece a la segunda generación divina. Es hijo del titán Crono y de Rea. Y, así como Crono era el más joven de la estirpe de los titanes, también Zeus es el menor. Ya es sabido que Crono, que había sido advertido por un oráculo de que uno de sus hijos lo destronaría, trataba de impedir la realización de esta amenaza devorando a sus hijos y a sus hijas a medida que Rea los iba teniendo. Al nacer el sexto, Rea resolvió acudir a la astucia y salvar al pequeño Zeus. Dio a luz de noche, en secreto, y por la mañana llevó a Crono una piedra envuelta en pañales. Crono devoró esta piedra creyendo que era un niño. Zeus estaba salvado, y en adelante nada podría impedir que se cumplieran los destinos. Existen dos tradiciones distintas relativas al lugar del nacimiento de Zeus. La más corriente lo sitúa en Creta, en el monte "Egeo", en el Ida o en el Dicte. La otra, defendida por Calímaco en su Himno a Zeus, lo coloca en Arcadia (Ver, Neda). Pero incluso Calímaco admite que la primera infancia del dios se desarrolló en el antro cretense donde su madre lo había confiado a los curetes y a las ninfas. Su nodriza fue la ninfa (o la cabra) Amaltea, que le dio su leche. Se contaba que, al morir esta cabra, Zeus cogió su piel como armadura: fue la égida, cuya potencia pudo comprobar por primera vez en el combate con los titanes. El niño divino fue también alimentado con miel. Las abejas del Ida la destilaron expresamente para él (Ver las interpretaciones evemeristas en los registros Melisa y Meliseo). Los cretenses no se contentaban con mostrar el lugar donde, según ellos, había nacido Zeus, sino que también enseñaban una "tumba de Zeus", con gran escándalo de mitógrafos y poetas, para quienes Zeus era el dios inmortal.
)o()o( La conquista del poder )o(
Cuando Zeus hubo llegado a la edad viril, quiso hacerse con el poder que detentaba Crono. Pidió entonces consejo a Metis (la Prudencia). Ésta le dio una droga gracias a la cual Crono vomitó los niños que había devorado. Con el apoyo de sus hermanos y hermanas, que habían vuelto así a la vida, Zeus atacó a Crono y los titanes. La lucha duró diez años. Al final, Zeus y los Olímpicos quedaron vencedores, y los titanes fueron arrojados del cielo. Para lograr esta victoria, Zeus, por consejo de Gea, había tenido que liberar del Tártaro a los cíclopes y los Hecatonquiros, que Crono había recluido en él. Para ello dio muerte a su guardiana, Campe. Entonces los cíclopes dieron a Zeus el trueno y el rayo, que habían forjado. A Hades le dieron un casco mágico que hacía invisible al que lo llevaba. A Posidón, el tridente, cuyo choque conmueve la tierra y el mar. Una vez victoriosos, los dioses se repartieron el poder, echándolo a suertes. Zeus obtuvo el cielo, Posidón, el mar, y Hades, el mundo subterráneo. Zeus, además, se quedó con la preeminencia sobre el universo. No obstante, no tardó en serles disputada la victoria a Zeus y a los olímpicos. Hubieron de luchar contra los gigantes, excitados contra ellos por Gea que estaba irritada al ver que sus hijos, los titanes, estaban encerrados en el Tártaro. Sobre esta lucha, la Gigantomaquia, Ver, Gigantes. Finalmente, y como última prueba, Zeus tuvo que acabar con Tifón, siendo este el más duro de los combates que hubo de trabar. En el curso de esta larga lucha fue hecho prisionero y mutilado por el monstruo; pero un ardid de Hermes y Pan lo puso en libertad, y obtuvo la victoria. Ver, Tifón.
)o()o( Las uniones de Zeus )o(
La primera, cronológicamente, de las esposas de Zeus, es Metis, hija del Océano. Para escapar a las asechanzas del dios, Metis adoptó diferentes formas. Mas todo fue en vano. Hubo de rendirse y concibió una hija. Pero Gea predijo a Zeus que si Metis daba a luz una hija, ella engendraría luego un hijo que destronaría a su padre. Por eso Zeus se tragó a Metis, y, cuando llegó la hora del parto, Prometeo, algunos dicen Hefesto, partió de un hachazo el cráneo a Zeus, de donde salió, completamente armada, la diosa Atenea. Zeus se casó luego con Temis, una de las Titánides, y tuvo con ella varias hijas: las Estaciones (las Horas), llamadas, respectivamente: Eirene (Paz), Eunomía (Disciplina) y Dice (Justicia). Luego las Moiras, que son los agentes del Destino. Este matrimonio con Temis, que representa la encarnación del Orden Eterno, de la Ley, tiene un valor simbólico evidente y expresa cómo Zeus, el dios omnipotente, puede estar sometido a los destinos, ya que éstos que emanan directamente de él, sólo son, hasta cierto punto, un aspecto de sí mismo. Zeus se unió también con Dione, una de las titánides, y con ella engendró a Afrodita. De Eurínome, hija de Océano, engendró las Gracias: Áglae, Eufrósine y Talía, que son, originariamente, espíritus de la vegetación. De Mnemósine, otra titánide, que simboliza la Memoria, tuvo a las Musas. Finalmente, con Leto engendró a Apolo y Ártemis. Hasta este momento no hay que situar, según Hesíodo, la boda sagrada con Hera, su propia hermana. Pero generalmente se considera muy anterior. De este enlace nacieron Hebe, Ilitía y Ares. Ver, Hera. Con otra de sus hermanas, Deméter, Zeus tuvo una hija, Perséfone. Éstas son las uniones de Zeus habidas con diosas. Pero sus uniones pasajeras con mortales son innumerables. No hay apenas región alguna del mundo helénico que no se haya vanagloriado de tener por héroe epónimo un hijo nacido de los amores de Zeus. Asimismo, la mayor parte de las grandes familias de la leyenda se vinculan al dios. Así, los Heraclidas descienden no sólo de la unión de Zeus y Alcmena, sino, en un grado más remoto, de la unión de Zeus y Dánae, puesto que son Perseidas. Aquiles y Áyax descienden de Zeus por la ninfa Egina, mientras que el antepasado de Agamenón y Menelao, Tántalo, pasaba por ser hijo de Zeus y de Pluto. Del mismo modo, el linaje de Cadmo se relacionaba con Zeus por Io y su hijo Épafo. Los troyanos, por su antepasado Dárdano, habían nacido de los amores de Zeus y la pléyade Electra. Los cretenses se decían descendientes de Europa y de los tres hijos que había tenido de Zeus, Minos, Sarpedón y Radamantis. De igual modo, los arcadios tenían por antecesor a Árcade, hijo de Zeus y de la ninfa Calisto, y sus vecinos los argivos tenían por epónimo a Argos, nacido, como su hermano Pelasgo, epónimo de los pelasgos, de Zeus y la Níobe argiva. Finalmente, los lacedemonios decían remontarse a la ninfa Táigete y al dios. Aunque los mitógrafos, sobre todo desde la época cristiana, consideren todas esas uniones como otros tantos actos de libertinaje, los poetas y mitógrafos anteriores se esfuerzan por reconocer las razones profundas que llevaron al dios a dar hijos a las mortales. Así, se explicaba el nacimiento de Helena por el deseo de disminuir la población excesiva de Grecia y Asia provocando un conflicto sangriento. Del mismo modo, el nacimiento de Heracles tuvo por objeto suscitar un héroe capaz de librar a la tierra de monstruos maléficos. En resumen, la procreación aparece en Zeus como manifestación de una acción providencial. Ya los antiguos observaban que muchas de esas uniones se habían desarrollado bajo formas animales u otras varias con Europa, bajo la forma de un toro; con Leda, bajo la de un cisne; con Dánae, bajo la de una lluvia de oro, etc. Estas rarezas, que a veces son explicadas por la hipótesis de que Zeus había reemplazado a cultos locales más antiguos en los cuales la divinidad sustituida adoptaba una forma animal o fetichista, eran a menudo para ellos objeto de indignación, y de aquí que hayan tratado de darles una explicación simbolista. Para Eurípides, por ejemplo, la lluvia de oro que sedujo a Dánae es una imagen del omnímodo poder de la riqueza. Estas aventuras han expuesto con frecuencia a Zeus a la cólera de Hera. Una explicación que los antiguos daban de las metamorfosis del dios se refería precisamente al deseo de ocultarse de su esposa, pero evidentemente se trata de una fabulación tardía, posterior, en todo caso, a las leyendas de metamorfosis. Del mismo modo las amantes de Zeus han adoptado con frecuencia formas animales. Io ha sido transformada en vaca; Calisto, en osa; etc.
)o()o( Leyendas diversas )o(
Zeus interviene en gran número de leyendas que es difícil agrupar. La Ilíada conoce una conjura tramada contra él por Hera, Atenea y Posidón, que tenía por objeto encadenarlo. Fue salvado por Egeón. En otra ocasión, arroja a Hefesto al vacío y lo deja cojo para siempre, como castigo por haberse puesto de parte de Hera. Restableció el orden en el mundo después del robo de Prometeo, clavando a éste en el Cáucaso. Pero, ante la maldad de los hombres, decide enviarles el gran diluvio, del que la raza humana no conseguirá salvarse sino gracias a Deucalión. Por eso su primer sacrificio después del diluvio lo ofrece a Zeus Libertador. Vemos a Zeus intervenir en las querellas que surgen por doquier. Entre Apolo y Heracles sobre el trípode de Delfos. Entre Apolo e Idas a causa de Marpesa. Entre Palas y Atenea, provocando involuntariamente la muerte de aquélla. Entre Atenea y Posidón, que se disputan el Ática. Entre Afrodita y Perséfone, que se disputan el bello Adonis. Castiga también a cierto número de criminales, especialmente los sacrílegos, como Salmoneo, Ixión, vengando así un insulto particular, Licaón, etc. Lo vemos intervenir también en los trabajos de Heracles, dándole armas contra sus enemigos o retirándolo de sus manos cuando cae herido. Zeus pasaba por haber raptado al joven Ganimedes, en Tróade, y haberlo convertido en su copero particular en sustitución de Hebe. En Roma, Zeus fue identificado con Júpiter, como él dios del cielo luminoso y dios protector de la ciudad, en su templo del Capitolio.