Zakkai

Yohanan ben (siglo I). Rabino que durante el asedio de Jerusalén en el 70, huyó en secreto y se refugió en Yamnia. Había pedido permiso a los romanos para fundar una escuela para el estudio de la Torah. Este rabino, uno de los jefes fariseos más destacados, nacido muy a comienzos del siglo y antiguo discípulo del gran Hillel, se había mostrado muy crítico con respecto al clero del Templo al tiempo que respetaba escrupulosamente las prescripciones rituales. En Jerusalén había dirigido un círculo de sabios y estudiantes y su actividad en Yamnia se sitúa en primer lugar dentro de esta tradición de enseñanza. Tras la derrota, Yohanan transformó este consejo en substituto del antiguo Sanedrín. Gracias a la autoridad incontestable de la que gozaba, Yohanan tomó las decisiones indispensables concernientes a los días fastos y a la celebración de las fiestas, tarea que con anterioridad correspondía al gran sacerdote y al Sanedrín, pero que la desaparición del Templo, de la Ciudad santa y del Tribunal dejaban abandonada. Esta usurpación, que se encuentra con la oposición de los sacerdotes, sólo se ve legitimada por el hecho de que Yohanan y su corte de Yamnia supieron adoptar las medidas esenciales que el pueblo de Palestina y los judíos de todo el mundo necesitaban en el momento preciso, especialmente en materia de calendario. Al mismo tiempo, el presidente de la asamblea, el nasi, reemplaza al gran sacerdote como jefe espiritual de los judíos e interlocutor con las autoridades romanas. Este nuevo Sanedrín tuvo su sede primero en Yamnia y después se desplazó, tras el 135, a Galilea, a Usha, Sepforis y Tiberíades, allí en donde se encontraba desde entonces lo esencial de la comunidad judía. Esta nueva autoridad fue rápidamente reconocida por todos los judíos, que necesitaban un guía. La genialidad de estos rabinos fariseos consistió en haber sabido crear las condiciones para la supervivencia del judaísmo a pesar de la destrucción del Templo y del marco de vida antiguo. Desde el primer momento Yohanan supo sacar lecciones del desastre: el pecado de Israel es el responsable de todos los males y liberándose de él el pueblo encontrará la ayuda de Yahvé y su grandeza. Privado de la frecuentación del Templo y de sus ritos, el judío piadoso sólo tiene un bien, el respeto a la Torah. Yohanan, apoyándose en el profeta Oseas, pretende que el amar a Dios puede prescindir del sacrificio. Esto es afirmar la posibilidad de una vida religiosa al margen del sistema sacrificial. Sobre este punto esencial, como sobre otros, los doctores fariseos dan pruebas de su capacidad para comentar la Torah de un modo adaptado a las circunstancias; nada es menos estable que su hermenéutica. El pueblo sabe que puede encontrar entre ellos los consejos que necesita para sus acciones. Además, las doctrinas que profesan sobre el más allá, supervivencia y resurrección, son una nueva fuente de esperanza en los más profundo de su desgracia. La gran obra de estos rabinos (llamados los Tannaim, "enseñantes" consistió en poner por escrito todas las enseñanzas, todos los comentarios orales que se transmitían de generación en generación y cuyo recuerdo corría el riesgo de perderse. Varias escuelas florecieron al mismo tiempo y sobre muchos puntos los diferentes doctores proponen soluciones divergentes. El más célebre de los rabinos del primer tercio del siglo II fue Aqiba, que desempeñó un papel determinante en la fijación del canon de las Santas Escrituras y creó el método de compilación de las exégesis, la Mishna, que pudo promulgarse en torno al año 200 bajo la autoridad del nasi Judá I. Esta se adoptó enseguida en toda las escuelas (o academias) de Palestina y de Babilonia. Sobre esta base, la segunda generación de rabinos (los Amoraim) emprendió entre los siglos III y V la redacción de los comentarios detallados (Guemará) cuyo conjunto, reunido con la Mishna, forma los Talmudes de Jerusalén y de Babilonia.
 
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