Abías
(siglo X a.C.). Hijo del rey de Israel, Jeroboam I, fue visiblemente castigado por Dios con una grave enfermedad, quizá en pena de la idolatría que su padre había establecido. En vano se le aplicaron todos los remedios posibles; se acordó de que en Silo conoció a un profeta cuando, en la corte de Salomón, ejercía el cargo de cobrador de tributos: el profeta era Abías. Hizo que su esposa se disfrazase, y simulando una pobre, se presentó al profeta, al que hizo ofrenda de lo que los pobres daban en tales casos: diez panes, un vaso de miel y una torta, que Abías aceptó y profetizó de parte de Dios que el castigo de Jeroboam surtiría efecto, que la familia desaparecería ignominiosamente y que a partir de aquel día el rey moriría. Abías murió en la ciudad de Thersa. El pueblo lo lloró por su buen carácter.