Abimelech

o Abimélech o Abimelek (siglo XIII a.C.). La Biblia cita varios personajes de este nombre, que significa "padre del rey", y parece que fue común a todos los reyes filisteos de Gerar, país de que se habla en el Génesis, y de un uso general en la antigüedad entre los reyes de Oriente. El primer Abimelech de que habla la Escritura era contemporáneo de Abraham y de Sara, el segundo de Isaac y Rebeca. La Biblia les atribuye a los dos una aventura casi semejante: el primer Abimelech (Ver registro siguiente), según un relato bíblico, tomado sin duda de alguna tradición antigua, robó a Sara, esposa de Abraham, que a pesar de sus ochenta años era todavía muy hermosa. Abraham la presentó como su hermana, porque había nacido del mismo padre aunque de otra madre. Así Abimelech alegó por excusa su ignorancia, cuando Dios, que se apareció en sueños, le amenazó con la muerte por el rapto de Sara. Abimelech se la devolvió a su patriarca, su esposo, dando a Sara mil monedas de plata para comprar un velo que ocultara su belleza a la admiración pública. Habiendo invitado a Abraham a establecerse en su Estado, formó con él una alianza cuya duración y efectos debía extenderse a su posteridad. El punto en que se juró esta alianza se llamó en adelante Ber-Sabee (pozo del juramento). Este relato se parece enteramente al de las aventuras del segundo Abimelech con Isaac y Rebeca. El tercero y último Abimelech, de que habla la Biblia, vivía en Palestina en tiempo de los Jueces y murió a finales del siglo XIII a.C.. Era hijo de Gedeón que tuvo con una concubina en Siquem. Convenció a los siquemitas para que le apoyaran en su intento de hacerse con el trono, obteniendo de ellos dinero para contratar "hombres miserables y vagabundos", con cuya ayuda acabó con la vida de todos menos uno (Yotam) de los setenta hijos legítimos de Gedeón. Pasados tres años, los siquemitas, instigados por un espíritu enviado por Dios, se revolvieron contra Abimelech, pero éste consiguió vencerles, destruyó su ciudad y la sembró de sal. A continuación asedió y tomó la vecina ciudad de Tebes. Sin embargo, durante el asedio, una mujer lanzó una muela de molino desde una torre fortificada que seguía resistiendo y alcanzó a Abimelech, rompiéndole el cráneo. Para no tener que sufrir la ignominia de morir a manos de una mujer, Abimelech ordenó a su escudero que le matara, orden que éste obedeció. De este modo, Dios se vengó tanto de Abimelech como de sus antiguos aliados de Siquem. Aunque prematuramente, Abimelech intentó hacer lo que más adelante llevaría a cabo Saúl: crear un reino unitario con las distintas tribus de Israel.
 
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