Yaco es el dios que preside místicamente la procesión de los iniciados en los misterios de Eleusis. Su nombre no parece ser otra cosa sino el grito ritual "Iacche" proferido por los fieles. Este grito se convirtió en un nombre, nombre bajo el cual se puso un dios. Sobre la personalidad de Yaco, las tradiciones varían, aunque en general este dios, cuyo nombre recuerda uno de los que lleva Dioniso, Baco, puede considerarse como mediador entre las diosas eleusinas y Dioniso. A veces se le tiene por hijo de Deméter. Habría acompañado a su madre en la búsqueda de Perséfone y, con su risa ante los gestos de Baubo, habría animado a la diosa. Sin embargo, Yaco pasa con más frecuencia por ser hijo de Perséfone que de Deméter. En este caso no sería sino la reencarnación de Zagreo, hijo de Perséfone y de Zeus. En electo, Hera, celosa de los amoríos de su esposo y no pudiendo vengarse en su persona, impulsó a los Titanes a atacar al pequeño Zagreo, hijo de su rival, mientras jugaba. Zagreo trató de escapar y se trasformó de varios modos, pero finalmente, cuando había adoptado la forma de un toro, sus perseguidores le dieron alcance, lo descuartizaron y, echando sus miembros en un caldero, lo pusieron a cocer. Zeus acudió en auxilio de su hijo, pero ya era tarde. Aniquiló con su rayo a los Titanes criminales, encargó a Apolo que recogiese en el Parnaso los miembros esparcidos de su hijo y, al llevarle Atenea el corazón del niño, palpitante aún, lo engulló. Luego regeneró a Zagreo, el cual tomó el nombre de Yaco. Otras veces, Yaco es considerado como el esposo de Deméter, o también como el hijo que Dioniso tuvo en Frigia de la ninfa Aura. Aura había tenido de Dioniso dos hijos gemelos, pero en su acceso de locura había devorado a uno de ellos. El segundo, el pequeño Yaco, había sido salvado por otra ninfa amada por el dios, y confiado a las bacantes de Eleusis, que lo criaron. Dícese que lo amamantó la propia Atenea, mientras Aura se arrojaba al río Sangario (el mismo que desempeña un papel en la leyenda de Agdistis y de Atis) y se convertía en una fuente. Finalmente, Yaco es identificado a veces con Baco, si bien declarando que esta dualidad es un misterio. Yaco se representa como un niño, apenas adolescente, que empuña una antorcha y abre, en ademán de baile, la procesión de Eleusis.