(siglo VII a.C.). Rey (680-640) fenicio de Tiro, sucesor de Luli, y coetáneo de los reyes asirios Asarhaddón y Asurbanipal. Tras el saqueo de Sidón en el 677 por los asirios, que así represaliaron al insumiso rey sidonio Abdimilkot, Baal I recibió las ciudades de Marubbu y de Sarepta, dependientes de Sidón, por no haberse sumado a la rebelión de Abdimilkot. Según sabemos por dos prismas, el rey tirio participó junto con otros 21 reyes en la construcción del palacio de Nínive, aportando materiales y especialistas. Al intentar acercarse políticamente a Egipto, gobernado entonces por el faraón Taharqa, Asarhaddón represalió la ciudad de Tiro en su viaje hacia el delta del Nilo, imponiéndole mayor tributo (671). Desaparecido Asarhaddón, Tiro fue también sitiada por Asurbanipal en otras ocasiones, y aunque pudo escapar a su directa autoridad, hubo de tributar, sin embargo, un cuantioso impuesto como vasallaje. Nos ha llegado el tratado (en realidad, un juramento de fidelidad) que a Baal I había impuesto Asarhaddón, firmado en el año 670, como represalia por su acercamiento político a Egipto. El mismo, redactado en lengua acadia, es totalmente humillante para Baal I, quien además de perder parte de su territorio, debía tolerar representantes asirios en los asuntos portuarios y limitar sus navegaciones comerciales, pues se le marcaban las rutas a seguir. Baal I aparece representado a insignificante tamaño, junto al faraón Taharqa, en tres estelas de Asarhaddón, localizadas en Zincirli (Turquía), Til Barsip (Siria) y delta del Nilo (Egipto), rey asirio que tiene cogidos a ambos mediante un lazo. A la muerte de Baal I, Tiro pasó a incorporarse a una provincia asiria. Su hijo juró fidelidad a los asirios y varias princesas tirias fueron enviadas a Nínive.